¿PROBLEMAS A LA HORA DE LA COMIDA?

Hoy dedicamos el `post´ a un "problema" en el que algunos papás nos habéis trasladado vuestras dudas e inquietudes...
Es algo que preocupa a muchos papás y que genera, sobre todo en el caso de los padres primerizos, ansiedad y tensión cuando el bebé comienza a plantear problemas con la comida y buscamos "trucos" (bailar, juguetes, TV,?) que nos resuelvan esta situación a corto plazo, sin plantearnos que es una conducta que si se aprende mal tendrá consecuencias nefastas conforme se hacen mayores los niños y que las claves principales de la solución, como en el resto de hábitos creados: sueño, higiene, etc.,  están en las edades tempranas que es cuando los niños tienen más capacidad de aprender y lo hacen con más facilidad y mayor rapidez. 

Hay que tener en cuenta que comer no tiene que ser una imposición y sí un hábito enseñado a los niños desde que son muy pequeños.Lo primero que tenemos que entender es que se come por necesidad vital y no por obligación y que el comportamiento de los niños ante la comida precisa de unas pautas que deben establecer los padres dada la importancia que tiene para el desarrollo físico y emocional de sus hijos.


Para crear hábitos de alimentación saludables planteamos los siguientes objetivos:
Que coman de todo lo adecuado, con productos variados y completos (frutas, verduras, lácteos, pescados, carnes, huevos, legumbres, pasta, cereales..) que aporten todos los nutrientes necesarios.
En las cantidades que su organismo necesita para un buen desarrollo y que, lo mismo que en la etapa adulta,  es muy diferente en cada caso. 

Para establecer estas cantidades hay que tener en cuenta:
Los bebés, en relación a su tamaño, comen mucho más que los adultos. Durante el primer año crecen más rápidamente que en ninguna otra etapa de su vida posterior.  Por esto es lógico que en la medida que ralentizan su desarrollo disminuya proporcionalmente la cantidad de alimento que precisan.

Si un niño está dentro de la curva de normalidad que le corresponde (ésta no tiene por qué  ser la misma que la de otros compañeros de su misma edad) y su tono vital es idóneo quiere decir que todo está bien, sean cuales sean las cantidades ingeridas.  Por este motivo es importante respetar la sabiduría natural de cada organismo frente a sus necesidades fisiológicas y no establecer comparaciones ya que cada niño parte de una diferencia individual que, en principio,  no tenemos que relacionarla con falta de salud o mala nutrición.

El insistir en que el niño coma más de lo que necesita resultará contraproducente ya que generará tensión en la hora de comer y provocar aversión a los alimentos.



Podemos resumir este apartado en: la responsabilidad de los padres consiste en proporcionar una variedad de alimentos sanos, presentados adecuadamente en cuanto a texturas, temperaturas, etc. en unos horarios determinados.  Al niño le corresponde la decisión de la cantidad de alimento que ingiere.

Establecer y mantener una relación natural y positiva hacia la comida. Para ello tendremos en cuenta:
1. No se debe obligar a un niño a comer.  Si lo hacemos intentarán rebelarse con actuaciones como cerrar herméticamente la boca, hacer de "rumiantes" masticando el alimento interminablemente hasta que hacen una bola difícil de tragar, escupir con fuerza o dejar caer pasivamente la comida fuera de la boca o,  lo que es ya peor, provocarse el vómito para salir "triunfantes" de la batalla que nunca debimos originar.
2. Presentar los alimentos sin complicaciones pero de forma atractiva.  Antes de introducirla en la boca el niño percibe la comida por medio de la vista y el olfato y estos sentidos deben servir de estímulo para espolear su apetito.
3. Crear un ambiente agradable en el momento de la comida.  Evitar que el acto de comer esté relacionado con el castigo o reprensión.


4. Emplear un plato grande para poner la ración de comida.  De esta manera su percepción de la cantidad de comida que tiene que comer será menor.
5.  Ir fomentando su autonomía haciéndole agente activo del acto de comer, introduciéndole en el manejo de los cubiertos para que vaya comiendo solo y, en la medida que vaya siendo posible, que participe poniendo la mesa e incluso, cuando la característica del alimento lo permita,  dejar que él mismo se sirva.  
6. Compartir, siempre que sea posible, la comida en familia. Esto es muy conveniente y se puede empezar desde bebé. Los niños deben saber que cuando estamos comiendo, aunque sea un biberón, estamos comiendo y no estamos a otra cosa. La televisión debe estar apagada y los adultos debemos dar ejemplo, ya que somos los modelos a imitar, no contestando al teléfono o haciendo otras actividades a la vez. Estamos comiendo y dándole la importancia a la comida que realmente tiene pero huyendo de la sensación de vivir la comida como algo problemático.
7. Evitar errores del tipo: "porque coma hago lo que sea, le entretengo con unos juguetes, le pongo la televisión, o le prometo premios, muchas veces desproporcionados, simplemente porque está haciendo un acto básico, que es comer". 
Los niños tienen que aprender a comer y los padres son los responsables de enseñárselo. Por tanto, a la hora de comer, televisión apagada y juguetes en la habitación (no tiene que traer ningún juguete a la mesa)  ya que hay que eliminar elementos de distracción y centrarse en el acto de comer disfrutando con ello.
Hacemos hincapié en que la televisión tiene que desaparecer de las comidas porque  distrae y los niños, que se quedan absortos delante de la televisión, piensan que cuanto más tarden en comer más alargarán sus programas favoritos y, además, debemos aprovechar el tiempo de la televisión, como un buen momento para hablar en familia de los temas que puedan ser importantes para cada uno, de las cosas que nos han pasado, y si tenemos la televisión puesta, las conversaciones se dificultan mucho.
8. Tener en cuenta que hay que ir acostumbrando al niño a los distintos sabores pero que, al igual que el adulto, tiene un paladar que hay que respetar y siempre encontraremos alimentos con las mismas características nutricionales que puedan sustituir a los que el niño rechaza aunque debemos invitarle a que vuela a probarlos por si acaban gustándole. 
9. No debemos emplear estimulantes del apetito, salvo prescripción de su pediatra, porque los problemas de conducta no se resuelven con ellos sino con una intervención educativa adecuada.
Para encontrar solución a los problemas que nos puedan ir planteando, hay que comenzar por  observar y analizar su conducta y en función de ésta decidirnos por una actuación basada en una reflexión sobre su comportamiento.  Es muy importante que esta actuación esté consensuada entre los padres y se transmita a todos los adultos implicados en la alimentación del niño.



Los motivos más comunes por lo que los niños presentan trastornos en su alimentación son:

Llamada de atención. Aunque la tengan que conseguir con conductas negativas.  
Hay que averiguar que origina este comportamiento (p.ej.: cambios en la composición familiar con la llegada de un hermano o tensiones entre la pareja...)

Por oposición para comprobar su poder y autoafirmarse manipulando al adulto.
No hay que entrar en el juego.  Papá y mamá no son sujetos manipulables y el niño lo tiene que tener muy claro.  Esto ayuda a su desarrollo y le aporta seguridad.

Como desquite al no conseguir salirse con la suya.  Quiere hacer pagar a los adultos "la derrota" que ha supuesto el sentirse vencido.

La baja autoestima al sentirse incapaces de superar con su esfuerzo la dificultad que les puede suponer el acto de comer. En esta situación el niño presenta una actitud totalmente pasiva, de brazos cruzados, sin intentar tan siquiera coger los cubiertos y si se le da la comida la acepta con desgana.


Como algunos ya sabéis, en la Escuela estamos a vuestra disposición para tratar estos temas si así es vuestro deseo.

Un saludo y ¡hasta la próxima!

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